Ulia,
Urgull,
e Igeldo

-han jugado un papel en el desarrollo de la historia de la ciudad.

La pintoresca ciudad de postal de San Sebastián está dividida y dominada por tres verdes montañas que se elevan desde el mar. Desde tiempo inmemorial, estas montañas – Ulia, Urgull e Igeldo – han jugado un papel en el desarrollo de la historia de la ciudad. Desde la cima de estas montañas se divisaban las ballenas, los barcos enemigos y se transportaba el contrabando. No es de extrañar que al vasco moderno nada le guste más que una caminata, las montañas son el reflejo de las formas de sus propias almas.

Monte Urgull / cumbre: 123m / Desde lo alto de esta montaña achaparrada, realmente es más una colina, los vigías se encaramaban durante la guerra para alertar de la proximidad de los barcos enemigos. Muchas de las batallas importantes de la ciudad tuvieron lugar en/o alrededor de la montaña, cuyo legado ofrece ahora un paseo fascinante. Una antigua fortaleza, un cementerio, un museo dedicado a la ciudad y las vistas más asombrosas de todo San Sebastián. Busca el Polvorín, un café que abre de forma intermitente pero que ofrece café y aperitivos en un entorno inolvidable.

Monte Ulia / cumbre: 243m / Desde la cima de esta montaña boscosa, los vigías esperaban la llegada de las ballenas con la mirada puesta en el mar. Cuando la bestia marina era avistada en la distancia, prendían una hoguera para avisar a los pescadores de más abajo mediante señales de humo. El sendero que trascurre por la montaña fue famoso como ruta de contrabando durante la Guerra Civil Española y bajo la dictadura. Ahora, si uno así lo desea, se puede recorrer el camino que sube al monte Ulia desde Gros hasta Pasaia, una importante localidad portuaria con un excepcional museo de construcción naval y un delicioso marisco.

Monte Igeldo / cumbre: 181m / Desde lo alto de esta escarpada montaña, San Sebastián se abre a la verde costa gipuzkoana, extendiéndose hasta el próximo puerto, Orio. La montaña esconde un secreto al que se puede acceder en un funicular centenario. El desvencijado funicular asciende raudo por la ladera de la montaña y deja a sus pasajeros en un parque temático decadente. Un torbellino en su montaña rusa de madera, transporta a sus ocupantes cien años atrás, mientras los desliza por el borde del acantilado. Igeldo comparte su nombre con el pequeño pueblo en su falda, un lugar tranquilo con un frontón y algunos restaurantes deliciosos.

Museo San Telmo

Bajando por las escaleras después de un paseo por el monte Urgull, llegas frente a dos edificios. Uno es un convento del siglo XVI y el otro es un bloque de hormigón lleno de agujeros del que brotan flores y vegetación. Te asomas y te das cuenta de que es el Museo San Telmo, y visitas la exposición permanente siguiendo las paredes del antiguo convento y a través de la evolución de la sociedad vasca. Deambulas por la exposición temporal, que en esta temporada resulta ser una mirada fascinante a la transición española a través de los ojos de uno de los fotoperiodistas más valorados de la época.
Plaza Zuloaga 1, Donostia – San Sebastián / 943 48 15 80

Bodegón Alejandro

Entre las legendarias calles del casco antiguo, bajando un tramo de escaleras, emerge un comedor con una imagen radiante de la bahía iluminando suavemente las mesas de madera. Tomas asiento y echando un vistazo a la carta te das cuenta de que recoge algunos de los platos más tradicionales del País Vasco, una degustación tanto de la montaña como del mar. Pides un lapiko, un antiguo guiso vasco en una cazuela de barro especial, que huele rico a cordero y su salsa. De postre, eliges mamia, una de las recetas vascas más antiguas, y la camarera del Bodegón Alejandro lo prepara frente a tus ojos, rociando la leche tibia con miel y nueces.

Fermin Calbeton Kalea 4, Donostia – San Sebastián  / 943 42 71 58

Pohorylle

Esta pequeña tienda llama la atención al pasar. Sus paredes están desnudas, salvo por un puñado de lujosos y sencillos bolsos de cuero y tela. Pasas al interior para echar un vistazo de más cerca y aprecias que el trabajo a mano en estas piezas únicas es impecable. El tipo que atiende, es también uno de los propietarios de Pohorylle y te cuenta que las telas son antiguas, hechas en España en la época de la dictadura y posteriormente reutilizadas en estos magníficos bolsos geométricos. Te decides por una mochila de la Colección Sailors, con una loneta exterior impermeable, cosidas una a una con el mayor de los cuidados.

Enbeltran Kalea 2, Donostia – San Sebastián / 629 84 70 92

Rekondo

Inicias la subida al Monte Igeldo, con tacones en lugar de botas de monte. Llegas a destino en taxi, un caserío, lleno, no de animales, sino de manteles blancos y vino. Cuando pides la carta de vinos, el sommelier Martín trae un tomo de más de 250 páginas. Rekondo posee una de las bodegas más famosas del mundo, así que decides probar un vino clásico de 40 años, uno que no podrías tomar en ningún otro lugar. A instancias de Lourdes, la hija del fundador Txomin, pruebas los txipirones en su tinta, un exquisito plato vasco especialidad de la casa, elaborado con txipirones de anzuelo.

Igeldo Pasealekua 57, Donostia – San Sebastian / 943 21 29 07

Santo Tomas

Hace mucho tiempo, una vez al año, los campesinos vascos cargaban sus mulas, seleccionaban sus mejores pollos y los embutidos que habían curado en el desván y se dirigían a la gran ciudad para pagar la renta anual de sus tierras. La ciudad se convertía en una feria improvisada, con la gente del campo vendiendo sus productos para aprovechar el viaje, a menudo largo y arduo. Hoy, esto se conmemora en la hermosa fiesta de Santo Tomás, que tiene lugar el 21 de diciembre. Acércate, bebe sidra, come txistorra y diviértete.

21 de diciembre, Donostia – San Sebastián

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