En cuanto aterrices en San Sebastián, sal y respira hondo. Una brisa fresca transporta toques de salitre, esencia floral de tamarindo y un toque de ajo frito. Te sientes inmediatamente refrescado, tu curiosidad y tu apetito estimulados. Aquí hay algo especial en el aire, se nota.
Explorar la ciudad revela fronteras invisibles, como cortinas invisibles tras las que se esconden nuevas personalidades y diferentes caracteres. El punto más al norte de la ciudad es La Parte Vieja, donde las calles son compactas y tortuosas y están repletas de bares de pintxos. Sin embargo, en el momento en el que atraviesas el Boulevard, te encontrarás en el Centro, donde los edificios son más recientes, las calles más anchas, están bordeadas de árboles y abundan las tiendas.
Gira hacia el este, cruza el Urumea y sentirás una brisa diferente llegando a Gros, un barrio más joven y vibrante con un distintivo ambiente surfero. Continua hacia el sur y cruza al otro lado de las vías, hacia el barrio de Egia, con rincones escondidos llenos de auténtico valor y encanto local. Vira hacia el oeste, pasando el palacio de Miramar, llegarás al Antiguo, un barrio elegante pero relajado con una animada vida social y un maravilloso ambiente playero.
Sea verano o invierno, podrás escuchar multitud de sonidos flotando en el aire de la ciudad. Las ferias y festivales asoman cuando menos lo esperas; la mayor celebración de la ciudad, la tamborrada, es en pleno invierno y llena el aire con el sonido de los tambores durante 24 horas seguidas. Los fuegos artificiales en agosto, los animales de los caseríos en diciembre, los bailes en Semana Santa, en San Sebastián la cultura está siempre en el aire.
Llegas al final del paseo marítimo y el viento azota a rachas, refrescando un caluroso día de verano. Ese mismo viento se abre paso a través de los nudosos dedos metálicos de la obra maestra de Eduardo Chillida. El Peine del Viento. El Peine del Viento, una de las obras más famosas del escultor vasco, cuelga dispuesto en un afloramiento rocoso desafiando la gravedad. Observa como el agua de mar sale disparada hacia arriba a través de agujeros en el suelo, mostrando la fuerza bruta del viento.
Eduardo Chillida Pasealekua s/n, Donostia – San Sebastián
No hay nada como sentir la brisa del mar en tu pelo sentado en la parte trasera de un barco. Llegas en motora, a trompicones a través de la bahía hasta que el bote se detiene frente a una isla escarpada, la Isla de Santa Clara. Saltas del bote y te sumerges en el agua cristalina y reluciente para nadar un rato, para luego ascender a un mirador para disfrutar de un picnic con la ciudad de San Sebastián ante ti, desde una perspectiva totalmente nueva.
Descubres que cuando el sol no brilla parece lloviznar, y rara vez algo intermedio. Caminando por el casco antiguo te encuentras con una pintoresca sombrerería y entras. Casa Ponsol, te das cuenta, es la sombrerería más antigua de España y el templo de la boina que los vascos han adoptado como su símbolo personal. Escoges una en un precioso tono verde, la colocas en tu cabeza y vuelta al sirimiri.
Narrika Kalea 4, Donostia – San Sebastián / 943 42 08 76
Las contundentes y elusivas notas de una trompeta flotan en el aire. El Jazz impregna la playa, flotando en el aire salado. Pasas por delante de los enormes bloques cuadrados del Kursaal para doblar la esquina y ver una multitud en la playa. Desabróchate las sandalias, deja que tus dedos se claven en la arena y comienza a mecerte con la música del Jazzaldia. Una noche involvidáble.
Tu atención se ve atraída por el intensamente iluminado y aparentemente vacío escaparate. Luego te centras en un solo objeto, en un pedestal en el centro de la estancia. Mirando hacia arriba te das cuenta de que estás en la Galería Cibrian, una de las galerías de arte contemporáneo más atrevidas de la ciudad. Entra y descubre un arte alejado del menú estándar tipo Chillida.
Hernani Kalea 21, Donostia – San Sebastián / 943 43 51 86